domingo, julio 30, 2006

Sin esperanza...




Hace veinticinco años, la tranquilidad me puso entre las garras de este mundo lleno de ruido, de disputas y de riñas. Veinticinco vueltas he dado en torno al Sol, y no sé cuantas veces giró en torno mío la Luna; sin embargo aún no conozco los secretos de la luz, pero si los misterios de la noche. Muchas veces he deseado la muerte, la llamé con nombres dulces y le canté en secreto y en voz alta, y a pesar de que no la olvido ni la traiciono, comienzo a amar la vida. Porque la muerte y la vida son para mí igualmente bellas y gratas y ambas comparten mi amor hacia la pintura. Y hoy miro hacia atrás, y en las estaciones de mi vida no encuentro cosecha alguna, sino papeles teñidos con gotas de tinta negra y pinturas extrañas llena de líneas y colores armonizados. En esos papeles y tintas dispersas he amortajado y enterrado mis sentimientos, mi ideas y mis sueños, de la misma manera que el sembrador sepulta los granos en el vientre de la tierra, solamente con una diferencia: el sembrador que va al campo y arroja las semillas entre los surcos de la tierra, regresa a su hogar al atardecer, esperando confiado los días de la cosecha nutricia; en cambio, yo he arrojado los granos de mi corazón sin esperanza... sin esperanza...