martes, septiembre 19, 2006

Rubaiyat de Omar Khayyam y el vino...


Tú has quebrado mi cántaro de vino, mi Dios.
Tú me has clausurado la puertas del gozo, mi Dios.
Soy yo quien bebe, pero tú cometes los verdaderos desórdenes.
Llénese mi boca de tierra: ¿Estarás borracho, mi Dios?

El vino procura a los sabios una embriaguez semejante
a la de los elegidos.
Nos devuelve nuestra juventud, nos devuelve
lo que habíamos perdido.
Y nos da lo que deseamos. Nos quema como
un torrente de fuego, pero también
Puede cambiar nuestra tristeza en agua refrescante.

¡Toda mi juventud florece hoy de nuevo!
¡Vino! ¡Vino! ¡Que tus llamas me abracen!
¡Vino! No importa cuál.... Yo no soy difícil.
Creedme, el mejor lo encontraré amargo, ¡como la vida!

Quien bebe es el que escucha cómo hablan las rosas
y no las pobres gentes de pensamientos tardos.
Ésas no saben nada. Preciso es perdonarlas
porque sólo los ebrios gozan del bien del mundo.

Oigo decir que los amantes del vino serán condenados.
No hay verdades, pero sí hay mentiras evidentes.
Si los amantes del vino y del amor van al Infierno,
el Paraíso debe estar vacío.

Ya que de tus placeres te queda tan sólo el recuerdo
y no tienes otro amigo que la copa de vino,
regocíjate de que aún sea tuya
y no la dejes escapar de tus manos.

Una noche vi en sueños a un sabio y me dijo:
"Nadie mientras dormía se encontró con su dicha.
¿Por qué cometer un acto parecido a la muerte?
Bebe vino, porque pronto dormirás bajo tierra".

¿Nuestro tesoro? El vino. ¿Nuestro palacio? La taberna.
¿Nuestros fieles compañeros? La sed y la embriaguez.
Ignoramos la inquietud porque sabemos que nuestras Almas,
nuestros corazones, no tienen nada que temer del polvo,
del agua, del fuego.

Me dicen: "¡No beba más, Khayyam!"
Yo les digo: "Cuando he bebido,
Oigo lo que dicen las rosas, los tulipanes y los jazmines.
Digo, incluso, lo que no puede decirme mi bienamada".

Rubaiyat de Omar Khayyam. 1040 - 1121