miércoles, febrero 23, 2011

Everett Ruess...


Everett Ruess nació en 1914 y se supone que murió a los 20 años, osea en 1934. Fué un artista que exploró los desiertos de Estados Unidos, siempre en soledad con sus dos burros. Entró en los desiertos y no regresó jamás. Un buscador de belleza...
Copio su última carta a su hermano en noviembre de 1934...

En lo que respecta a mi regreso a la civilización, no creo que se produzca pronto. Todavía no me he cansado de los espacios salvajes; al contrario cada vez estoy más entusiasmado con su belleza y la vida de vagabundo que llevo. Prefiero una silla de montar antes que un tranvía, el cielo estrellado antes que un techo, la senda oscura y difícil que conduce a lo desconocido antes que una carretera de asfalto, y la profunda paz de la naturaleza antes que el descontento de las ciudades. ¿Me culpas de que siga aquí, en el lugar al que siento que pertenezco y donde yo y el mundo que me rodea somos uno? Es cierto que añoro la compañía inteligente, pero hay tan pocas personas con quienes compartir las cosas que tanto significan para mí que e aprendido a contenerme. Me basta con estar rodeado de belleza (...)
Incluso por lo que deduzco de tus breves comentarios, sé que no podría soportar ni la rutina ni el ajetreo de la vida que estas obligado a llevar. Creo que nunca podré echar raíces. A estas alturas he buceado tanto en las profundidades de la vida, que preferiría cualquier cosa antes que tener que conformarme con una existencia sin emociones.

viernes, febrero 11, 2011

Emilio Sebastián Fatuzzo...


Estas palabras negativas y positivas encontré dentro de mi nombre:

Negativas: luto, mula, lio, tufo, filoso, tumbas, susto, blasfemia, malo, mala, fumaba.
Positivas: no se afeita, no tiembla, no tomaba, absoluto, fausto, amaba, más, alta, fiesta, tatoo, así, mustafa, sesenta, bautismo, zen, zazen,
baila, muslo, bismuto, zumo, nafta, tabla.

Foto: Cristal de bismuto, en la alquimia, el bismuto es un camino que hay que recorrer para alcalzar la gran obra, porque tanto los componentes como el alquimista deben estar preparados para el gran paso.

martes, febrero 08, 2011

Ama...


Si las circunstancias te empujan a salir de la zona de confort, acéptalo forjando al mismo tiempo la solidez necesaria para hacerlo con energía.
La seguridad, si es para quedarse bloqueado y recluído no sirve de nada. La osadía, si no se concreta en una obra, es mera distracción.
Comparte lo aprendido. No importa si las lecciones fueron duras, difíciles, complicadas, absurdas o desconcertantes. No importa si fueron amenas, fáciles, simples, coherentes o previsibles. Si quieres que lo vivido fructifique, si quieres descubrir el profundo sentido de lo que te ha tocado experimentar, ¡conecta con los demás!, ¡ama!
Vive la generosidad y encontrarás la plenitud.

martes, febrero 01, 2011

El arte de arriesgarse o el riesgo del arte...


En el manifiesto que Mark Rothko escribió, el año 1943, junto a Adolph Gottlieb, puede leerse: "Para nosotros, el arte es un viaje a un mundo ignoto (...). Lo pueden emprender aquellos que no temen arriesgarse".

El arte constituye una indagación creativa que, por su propia naturaleza aventurera, exige un tránsito constante, no permanecer anclado en nada que no sea el propio compromiso artístico de búsqueda permanente. El arte es aventurarse en cuerpo y alma en lo ignoto, en ese fondo insondable de la realidad que, aun mostrándose ante nosotros sin cesar, no percibimos a simple vista, henchidos de egocentrismo como estamos.

El arte es un viaje que transita por sendas siempre nuevas, jamás antes visitadas; de perplejidad en perplejidad, con la capacidad del niño de sorprenderse a cada instante. De ahí, que un gran artista no se repita nunca. La repetición es ajena al ejercicio creativo. Y es que apostar por la creación, que es sumergirse en la profundidad de la realidad en la que todo juicio se desvanece, es renunciar a la comodidad que aporta lo sabido y, por lo tanto, aceptar vivir en vilo, al límite de uno mismo, sin red de seguridad. En otras palabras, crear es arriesgarse. Y sólo se arriesgan los valientes, quienes carecen de miedo, o aun teniéndolo saben vadearlo, y poseen la fortaleza de espíritu necesaria para seguir avanzar sin volver la vista atrás.

Pues bien, todo lo hasta aquí dicho es, precisamente, lo que emparenta arte y espiritualidad, lo que hace que un espiritual pueda ser considerado un artista del camino interior, del mismo modo que en el artista de verdad, cuando no es un ególatra insufrible atacado de esnobismo, se dan los rasgos propios de toda indagación espiritual y, en primer lugar, la capacidad de acallar a una razón que, silente, es capaz de abrirse a las mil y una posibilidades que la vida ofrece por doquier.

El espiritual, al igual que el artista a su manera, nos muestra mediante su ejemplo vivo otras facetas del vivir, la cara de la realidad que nuestro ego nos ha secuestrado, amputándonos con ello la posibilidad de un vivir mucho más pleno y amoroso, más solidario y expansivo. El espiritual encarna en sí mimo su búsqueda, puesto que la ha in-corporado; él mismo es el resultado de su propia indagación.

Y es que lo espiritual no es un añadido a la vida, sino la profundización de ésta hasta su raíz. De ahí que el espiritual, el derviche por ejemplo, sea como se muestra y se muestre como es. No hay doblez en él. Y por eso mismo resulta tan creíble la poesía de sufíes de la talla de Mawlânâ Rûmî o Mansûr Hal·lâj, porque escriben lo que viven y viven lo que escriben.

Con todo, no hay Arte con mayúsculas, al igual que tampoco alta espiritualidad, como la de los sufíes persas mencionados, por ejemplo, sin que se den tres elementos, a mi modo de ver, insustituibles: pasión desmedida, paciencia ilimitada y atrevimiento irreductible. Justo, por otro lado, lo que todo amor de verdad exige: pasión (que es entrega), paciencia (que es estar siempre) y atrevimiento (que es riesgo). ¿Será que el arte y la espiritualidad exijan estar enamorado?